miércoles, 27 de junio de 2012

Deus Ex Machina. Parte 19.

Se tapó la boca con la mano, para evitar que le entrara el humo, mientras esquivaba el fuego, unas veces saltando, otras corriendo. Una sirena taladraba la mente de los que allí intentaban huir de las llamas, avisando del más que evidente problema ígneo. Llegó a su habitación, la que ocupaba junto a Tryf, y sintió una punzada de dolor, al recordar que probablemente estaba en peligro. Recogió una máscara, que la protegía de gases y radiaciones, y corrió hacia la puerta, deslizándose bajo ella, rota por la mitad. El fuego parecía venir del invernadero, así que se dirigió en dirección contraria, hacia una de las esferas de investigación abandonadas, a su derecha. Esquivó gente, obstáculos y llamas, parándose para ayudar a una chica joven, que parecía tener dañado un pie.

-Vamos, apóyate. No tenemos tiempo. -dijo Alexia, levantando del suelo a la herida.

La chica asintió, y cojeando se dirigieron a la esfera, donde las llamas no parecían poder subir. La dejó en el suelo, tumbada, y le preguntó como se había originado el fuego.

-De repente el invernadero explotó, uno de los ventiladores se atascó con algo, y el motor reventó. Las llamas, como había tanto oxígeno en la sala, enseguida engulleron todo.

Alexia empalideció, al acordarse del investigador que había asesinado y escondido el cadáver en uno de los ventiladores. Negó con la cabeza, evitando la culpa, y contestó.

-¿Hay forma de escapar? Tenemos que salir de aquí.

-No había terminado. El mayor problema no es el fuego, es aquel. -señalando la esfera donde, 63 años antes, su abuela había trabajado en un cañón de información.

Solo que ahora no enviaba ningún tipo de organización. Alguien estaba manipulándolo, cambiándolo de orientación.

-¿Qué está haciendo? -preguntó la espía.

La chica, apoyando la espalda en la pared cristalina, respondió, con gesto de dolor.

-Nadie lo sabe. Fhreklay se ha encerrado en esa sala después de que el fuego empezara, y ha empezado a gritar que las dos enviadas del demonio se la harían pagar.

-Quédate aquí, luego volveré a por ti. -se despidió.

Bajó rápidamente por el pasillo, sin preocuparse por las llamas o la gente, nublada por la cólera hacia el que una vez fue amigo de sus padres.

"Si quieres matarme, ahora tendrás la oportunidad."

Subió el pasillo que comunicaba con el cañón, se acercó a la compuerta, saboteó la seguridad, y la abrió, quedando a solas con el jefe de la Avanzada.

-Se acabó la tontería, maníaco.

Fhreklay se volvió para ver como una mancha negra le apuñalaba el pecho, hundiendo el kris en lo más profundo del corazón, sin dejar que el veneno le hiciera efecto. Una lágrima recorría la mejilla del otrora ministro, agarrando, en un último esfuerzo, la muñeca de la mano ejecutora, intentando detener lo imparable.

-Debéis ser purgados. -exhaló, antes de morir.
Murió, sin ver acabado su proyecto.

A Alexia esta vez no le invadió el sentimiento de culpabilidad, sino el trabajo bien hecho. Ahora debía buscar a Tryf, e irse de aquel lugar.

-Tryf, ¿me recibes?

Un breve silencio, y la respuesta en su auricular.

-¡Alex!, ¿eres tú? ¡Te perseguí a través del vórtice, pero solo he visto plantas y a un maníaco, rezando en un altar!

-Voy a por ti.

Fue al pabellón, bajó las ya conocidas escaleras, y cruzó el vórtice por última vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario