sábado, 23 de junio de 2012

Deus Ex Machina. Parte 17.

Según la teoría Smith-Arisaka-Chejov, los viajes temporales a través de portales, se producen como los agujeros de gusano, necesitan un portal de inicio y uno de final, por tanto Alexia debía buscar el portal que le   llevara de vuelta al presente y ayudar a Tryf. Supuso que el portal estaría en la habitación de donde había venido, en el pabellón de artificieros, pero eso no tenía porque ser así. La teoría también rezaba que los portales eran brechas en el continuo espacio-tiempo, sostenidas en un punto concreto por las piezas de rodio-iridio. Si la estación había estado en continua deriva en el espacio, tenía el problema de no saber dónde estaba la puerta.

-Discúlpame Selene, he de irme. Me reclaman en otro lugar.

La doctora se interrumpió en su perorata, la cual nadie escuchaba, y asintió sonriendo.

-Claro. Pásate por aquí si quieres ver nuestro trabajo. -contestó.

Alexia se despidió con la cabeza, pero antes de marcharse le hizo una pregunta.

-Una pregunta, ¿conoce la teoría Smith-Arisaka-Chejov?

-No, no me suena. ¿De qué trata? -se extrañó la Dr. Guderian.

Se maldijo a sí misma por haber revelado tal dato, pues acababa de recordar que la teoría tenía solo un par de años de vigor en el presente, y estaba muchos años antes de que la redactaran.

-Nada, no tiene importancia. Es de... crecimiento extranatural de la vegetación.

Selene se pasó la melena por detrás de la oreja derecha, satisfecha con la respuesta.

-Suena interesante. Espero poder informarme al respecto. Yo también me marcho, ¡adiós!

Volvió por el pasillo ascendente a la sala del cañón de comunicación. Alexia se marchó, dirección al pabellón donde había empezado toda esta pantomima temporal, de la cual estaba más que harta. Empezaba a aborrecer tanta gente por todos lados, sin parar de sonreír, como muñecos fabricados en masa, sin consciencia más allá de sus narices. Tras dar algún codazo intencionado y empujones, llegó a la puerta del pabellón, y allí parecía esperarle, como por arte de magia, Jonathan, el tipo que la asaltó al salir del vórtice.

-¡Hola! ¿Qué hay? -preguntó sonriente, levantando una mano, saludando.

-No tengo tiempo, en otro momento. -contestó con sequedad Alexia. Aumentó el ritmo de paso, alejándose de la puerta, esquivando jóvenes que hablaban a gritos, reían y armaban un alboroto infinitamente distinto al mortal silencio que reinaba en la estación que conoció al principio.

Se encontraba de nuevo en la habitación, cerrada la puerta a cal y canto a su espalda, pulsó el botón y bajó las escaleras, esta vez mucho más rápido, pues se acordaba del número de escalones que le separaban del suelo. La luz del final del corredor le hizo ver que la estación no estaba a la deriva, pues el portal estaba en el mismo sitio. Sin pensárselo saltó dentro. Y volvió al presente.

La misma habitación, la misma limpieza apresurada, y salió por la misma puerta. Aunque esta vez no estaba todo tal y como lo dejó. Cuando se fueron, el fuego no engullía la estación.

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