martes, 12 de junio de 2012

Deus Ex Machina. Parte 11.

Mientras Tryf recobraba el sentido tras su viaje persiguiendo a Alexia a través del vórtice, le vino a la mente uno de las exploraciones que hizo con su amiga por la Avanzada, que le llevó a una esfera de experimentación, que no estaba abandonada como las demás. Se encontraba debajo de la sala donde Fhreklay dirigía las operaciones de la estación, y abarcaba algo inimaginable para ellas en este lugar.

Plantas. Plantas que desprendían el oxígeno que se respiraba en la nave. Miles, quizá millones de plantas, mecidas por el viento que emanaba de los enormes ventiladores laterales que les proporcionaba la humedad que necesitaban para realizar la fotosíntesis.

Cuando despertó, un poco aturdida en la última habitación del pabellón, salió por la puerta hacia el pasillo, tropezando en su intento con algo que no había visto. Una raíz. Había tropezado con una raíz que abarcaba toda la parte inferior de la puerta.

Suspiró, y notó que el aire estaba enrarecido. Mucho más empalagoso y cargado de lo habitual. Le costaba respirar, y la humedad hizo que su cuerpo se bañara en sudor enseguida. Salió como pudo por la puerta y vio que todo el pabellón estaba absolutamente invadido por plantas, que se colaban por todas las paredes, atravesando puertas, ocultando parte de los cristales que mostraban el espacio.

Siguió avanzando por el pasillo, esquivando raíces, ramas y hojas, hasta que salió al pasillo circular que envolvía la estación. La visión fue conmovedora. La naturaleza había reclamado lo que siempre fue suyo, arrebatándole al hombre su creación, envolviendo con su manto todo el metal y cristal que formaba la Avanzada.

El silencio era absoluto, roto a veces por el crujir de su bota al pisar una rama, o por alguna hoja que caía danzando al suelo. Intentó llegar a alguna zona menos poblada por la flora, mientras el sol bañaba el suelo intermitentemente entre los huecos de la vegetación. Anduvo un rato, buscando en la zona de entrenamiento, otros pabellones y esferas de investigación, sin hallar resultado. Hasta que llegó a la esfera central, donde se podía estar alejado de la abundante madre naturaleza, y pensar con claridad.

Tampoco había visto a ninguna persona, lo cual la asustó un poco, e intentó contactar con Alexia a través de su comunicador.

-¿Alexia? ¿Estás ahí? ¿Me recibes?-susurró, aunque su voz sonó más fuerte de lo normal, en el silencio.

No se oyó respuestas en ninguna de sus intentonas, así que desistió de preguntar más. Sacó el puñal que escondía en su cinturón, y lo empapó en su veneno favorito, el sarín líquido, por si tenía que verse empujada a la defensa personal.

-13:39. Las plantas conspiran contra mí. Lo sé. Las oigo.

Tryf se levantó de un salto, silenciosamente, y empuñó con fuerza el arma con su mano izquierda, secándose el sudor de la frente con la mano derecha. Se cambió el arma de mano tras terminar.

-13:40. Las plantas están tramando algo.

Se adelantó hacia el origen de la voz, que llegaba desde detrás del escritorio que presidía la sala. Sin que le oyese el dueño de la voz, lo miró a través desde la oscuridad, viendo a un tipo agachado, mirando al suelo, con una grabadora en la mano, totalmente despeinado y con ropa andrajosa. Estaba escuálido, y alrededor suya había varios cadáveres de operarios.

-13:41. Tengo una invitada. Viene de parte de las plantas, y quiere matarme.

Y se volvió hacia Tryf con la mirada perdida.

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