jueves, 21 de junio de 2012

Deus Ex Machina. Parte 16.

Estaba a un par de metros, así que decidió darse la vuelta y correr de vuelta a la trampilla. Se golpeó un hombro con la pared del pasillo, pero pudo seguir perfectamente.

"Nada grave Tryf, nada grave. Sigue corriendo." pensaba. Tenía que insuflarse energías y huir de aquel maníaco que le perseguía. Se volvió, y le pareció ver la sombra que se arrastraba, a unos diez metros de distancia. Siguió caminando, con cuidado de no tropezar con la escalera que subía, tanteando con la mano izquierda la pared y no perderse. Los pulmones apenas se llenaban con oxígeno, la humedad era enorme, y la fatiga le empezaba a causar mella.

Llegó a la escalera, empezó a subir cuando una mano la agarró por un tobillo. Soltó un grito de sorpresa y cayó de frente, reaccionando a tiempo interponiendo la mano entre el suelo y ella. Con el pie que tenía libre, golpeó en la cara a quien le estaba sujetando, quedando libre de su garra. Subió a tientas, mientras la luz se empezaba a vislumbrar delante suya. Empezó a correr subiendo las escaleras, como el buceador que lucha para llegar a la superficie, en busca de aire limpio.

Respiró profundamente, y cerró la trampilla tras de si, pisando la grabadora inconscientemente al pasar.

"9:15. He podido dormir un par de horas. Las plantas están al acecho".

Tryf se sobresaltó, y destrozó de un pisotón la grabadora, acabando con el diario sonoro del loco. Miró a su alrededor, y lo vio todo tal y como lo dejó. El escritorio con la marca de sus dedos al pasar, las lianas rotas, las hojas del diario desperdigadas, y la lámpara...¿encendida?

"Juraría que se le había acabado el combustible." intentó recordar. "Al menos me será de utilidad."

La volvió a recoger con la mano izquierda, y enfundó su puñal, yendo hacia la salida. Cuando le faltaban unos metros, oyó un golpe detrás suya. La trampilla estaba siendo golpeada desde debajo. Tryf volvió, dejó la lámpara en el suelo, y arrastró el escritorio hasta dejar una pata cubriendo la trampilla. Los golpes cesaron. Se apartó el pelo de la cara, resopló, y volvió a salir, lámpara en mano.

Decidió investigar algunas esferas científicas, al menos las que fueran accesibles, tratando de averiguar el por qué del abandono de la estación, y quien era el tipo que estaba encerrado. Miró hacia su izquierda, el pasillo era intransitable, las plantas lo habían cubierto totalmente. A su derecha, por donde vino la primera vez, estaban un par de salas de investigación, como burbujas flotando en el infinito, sujetas por el cristal del pasillo que la comunicaba con la estructura principal. Observó, a través del poco espacio que dejaban las ramas, que una esfera estaba libre para llegar, sin vegetación que molestara.

Cuando hubo llegado a la esfera, vio lo que parecía un cañón, con una bobina de Tesla en la punta, en avanzado estado de oxidación. Activó la palanca, pero nada sucedió. Pensó que si conseguía restablecer algún tipo de energía en la Avanzada, podría funcionar otra vez y verla en acción. Cuando se disponía a marcharse, un viento frío le recorrió la espalda, haciendo que se le erizase la piel. Se volvió a ver que había sucedido. Nada. Negó con la cabeza y se marchó.

"Es hora de dormir, he de descansar para mañana".

Llegó a la sala principal, donde las plantas daban una tregua, y vio algo que la dejó sin respiración. La trampilla volvía a estar abierta. El escritorio en el lugar donde lo encontró la primera vez.

Y se acabó el combustible de la lámpara.

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