lunes, 26 de marzo de 2012

Estados de decadencia. Parte 2.

-¡Repito, necesitamos ayuda!-gritaba Drone al micrófono.

El cielo estaba envuelto en llamas de la explosión de un acorazado terrestre, y se les venía encima. No tenían apenas margen de maniobra y tendrían que desactivar el escudo o intentar una maniobra de evasión y rezar para que el escudo aguantase la embestida de la enorme nave.

-¡Señor, se nos cae encima ese amasijo de metal! ¡Hay que hacer algo!-exclamaba uno de sus soldados con pavor.

No recibía contestación ninguna por el auricular, así que decidió intentar una maniobra evasiva, haciendo virar a su tropa hacia babor. Casi todas las naves pudieron seguirle en su huida, excepto dos cazadores ligeros que se vieron obstaculizados por uno de los motores del acorazado, y quedaron reducidos a cenizas con el impacto.

Drone miró la lista buscando las bajas, y vio las dos luces apagadas de los soldados Syzka y Vierrot. Negó con la cabeza y siguió dando órdenes a sus soldados.

En el Pico de Leben, el consejo y Dimitar observaban como el acorazado se estrellaba contra el escudo, haciendo temblar toda la ciudad. El acorazado salió escupido hacia un lado del escudo, lo que parecía un lago o un mar de color mercurio. Fhreklay, con unos indicadores en la mano, miraba la capacidad de energía del escudo, que quedó bastante reducido tras el impacto.

-Ha bajado un 37% de energía. Otro impacto como ese, y tendremos que empezar a preocuparnos seriamente.-dijo seriamente.

-Creo que ha sido fortuito, espero que no vuelva a suceder. Daré órdenes de que los mantengan un poco alejados, antes de proceder al señuelo.-contestó Suirahaza.- Veré si las comunicaciones están restablecidas.

Se apoyó el teléfono móvil en el oído, y llamó al teniente coronel:

-Drone, ¿me recibe? Cambio.

La luz del aparato se volvió roja, indicando que le contestaban. La ministra sonrió, y siguió hablando:

-Alejadlos del escudo mientras podáis, necesitamos tiempo. El escudo no podría resistir otro impacto como ese. Seguid así muchachos. Cambio.

Se volvió a activar la luz roja, y el rostro se le ensombreció:

-¿Syzka y Vierrot? ¿Un choque contra el acorazado? Maldición... Suerte con la misión. Cambio y corto.

Colgó, y se volvió hacia el consejo:

-Hemos perdido a dos soldados, habrá que informar a sus familias cuando acabe todo esto. -se volvió hacia Dimitar.- ¿Cuántos soldados podrían estar dentro de un acorazado como ese, chico?

-Unos 100 soldados. -contestó Dimitar. -Quizá más.

-Cien bajas suyas por dos de las nuestras. Pero tenemos pocos combatientes. Hay que tener mucho cuidado. Podrían ser miles.

Maldaghar y Dalvonius hablaban en voz baja, con gesto circunspecto. V se acercó a Dimitar y Suirahaza para tranquilizar los ánimos.

-Mientras el escudo resista, no hay que temer.

-El problema es que si seguimos manteniendo el escudo, no tendremos energía para los IEM, tenemos que pensar como solucionar este problema-dijo Fhreklay.

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