viernes, 6 de abril de 2012

Estados de decadencia. Parte 3.

Cuartel general de la Tierra. Dos días antes del ataque al planeta rebelde.

Van Aark, reunido con la cúpula del gobierno, decidían los últimos preparativos para la ofensiva:

-De acuerdo a lo acontecido en nuestros simuladores, el planeta está revestido por un escudo de gravitón, haciéndolos inmunes a cualquier tipo de agresión. ¿Cómo sortear este impedimento?

-Hostigando con ataques al final tendrán que desactivarlo, no lo podrán tener eternamente en funcionamiento. -dijo un coronel de las tropas aerodeslizadas.

-¿Da por hecho, coronel Vhradcikov, que no enviarán tropas para su defensa? No creo que sean tan estúpidos como para estar desprotegidos -contestó Van Aark.

-Pero no tendrán todos sus útiles en casa, recordemos que están combatiendo en la avanzada.-continuó el coronel.-Es una buena oportunidad para atacar con todo lo que nos queda. Matar o morir.

-No seamos tan incautos, coronel, no podemos arriesgarnos a perderlo todo.-dijo el almirante de las naves hiperespaciales.- ¿Y si no conseguimos derribar el escudo? ¿Se acabó?

-Ese escudo caerá. Y si no cae, caeremos mi carrera y yo.-amenazó dejando sus galones sobre la mesa.

-¿A que viene este numerito, coronel?-preguntó Van Aark.- Estamos demasiado nerviosos y nos jugamos demasiado como para andar con peleas internas. Esta es nuestra mejor oportunidad de acabar con esos asquerosos rebeldes, y poner fin a esta pantomima sin sentido. Este será el plan:

"Según nuestros informes, el 100% de las tropas rebeldes están luchando en la avanzada, pues es una batalla muy importante para sus intereses. Recordemos que es el único lugar de la galaxia donde se encuentra el elemento 58. No se pueden permitir que caiga en nuestras manos. Atacaremos frontalmente el escudo, de la forma que luego explicaré. Y cuando el escudo se inactive, atacaremos con los cazadores ligeros, capturando a esa escoria de Zhukov y trayéndolo de vuelta."

Unos murmullos recorrieron la sala, y algún que otro alto mando se secaba el sudor de la frente. El coronel Vhradcikov recogió sus galones, y se levantó el primero, dispuesto a irse, cuando Van Aark le detuvo con la mano.

-Espérese, aún no hemos terminado-le fulminó.

Volvió a sentarse, resoplando. Dirigió su mirada hacia la izquierda, donde el almirante que anteriormente había hablado le miraba sin pestañear.

"Este almirante siempre ha estado en contra de todo lo que se dice en esta sala. Ya son ganas de molestar. " pensó amargamente el coronel.

-Y mi plan para destruir el escudo rápidamente es lanzar varios acorazados en forma de kamikazes hacia el escudo. Estos acorazados estarán llenos de explosivos de uranio, y tripulados como si fueran en una misión de ataque normal. Cuando estén llegando al escudo, sufrirán un "fallo" en la centralita de mando, que les impedirá cambiar el rumbo de la nave. Con un par o tres de choques, el escudo caerá, y será turno de los cazadores.

-¿Porqué han de ir tripuladas? Si no fuera gente, habría más lugar para explosivos.-preguntó el director de la fábrica de armamento.

-Porque en todo momento han de pensar los rebeldes que son accidentes o fruto de su acierto. Les hará confiarse...

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