jueves, 26 de enero de 2012

Lluvia de metal. Parte 7.

El puente se quedó en silencio, mientras miraban fijamente la pantalla verde del radar. Dimitar notaba como le fallaba la voz al decir:
-Pero...estaba desaparecida. - Se secó el sudor con el dorso de la mano, y reunió fuerzas para hablar. - Mándele señales de radio, veamos si responden.

Dimitar se temía lo peor, el nerviosismo era aparente en él. Le empezó a temblar una pierna, y tuvo que apoyarse y sujetarse la pierna con disimulo.

-Capitán, parece que va a la deriva, se mueve demasiado lento como para ir propulsada por los reactores.
-Mande las señales de todas formas, hay que asegurarse.

El radarista empezó a hacer las señales, toqueteando los instrumentos de la mesa de comunicaciones. Pasados unos segundos, se oyó un leve pitido.
-Esperemos la contestación-dijo Dimitar. Se sentó en la silla del capitán, y empezó a tamborilear sobre el reposabrazos de cuero.

El ambiente era tenso, y casi todos los presentes en el puente habían dejado sus quehaceres, pendientes de la posible contestación de la Hiperión. Solo los pilotos seguían pendientes del rumbo, no podían permitirse el lujo de despistarse.

Pasaron un par de minutos, y no llegó contestación alguna. Dimitar se levantó, dispuesto a dar órdenes:
-Hay que inspeccionar la nave, veamos que pasó allí. Si quedan supervivientes al menos. Id preparando el módulo de rescate, salimos en 15 minutos.

Todo eran prisas para los tripulantes, aún no había dicho Zhukov quien partiría en la pequeña expedición, y todos temían que les tocara a ellos. Las miradas eran de nerviosismo, excepto en Dimitar, que miraba paciéntemente,  apuntando algo en una hoja. Dickers se reunió con él, y se situó a su derecha.

-Tripulación, no puedo obligar a nadie a venir a la Hiperión, así que pediré voluntarios.- Dimitar exclamó- Claro, que si nadie se ofrece voluntario, en esta hoja tengo apuntados quien vendría.

Levantó la hoja, pero sin enseñar lo que estaba apuntado. Un murmullo recorrió a la muchedumbre, y el primero en dar un paso adelante, fue el artillero Collins. Era un tipo corpulento y bastante bromista, aunque ahora su rostro mostraba una seridad estremecedora.

-Yo voy.

-Yo también - dijo el radarista que encontró la Hiperión, Roberts.

-Necesito 1 más. Dickers no puede ser, ha de quedarse al mando. -dijo Dimitar dando un paso adelante.

-Me apunto.- uno de los ingenieros a bordo, Strauss, se adelantó.

Dimitar reunió a los tres voluntarios, y los llevó aparte:

-Sabía que no me defraudarían. Prepárense, salimos en 5 minutos.

Dimitar se dió la vuelta, y soltó la hoja que llevaba en la mano.

Strauss la recogió, y leyó lo que había puesto:
-"No está bien coger los papeles de los demás." Ja, no hay ningún nombre apuntado - susurró Strauss- Nunca dejará de sorprenderme...

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