domingo, 15 de enero de 2012

Lluvia de metal. Parte 5.

Dimitar Zhukov esperaba en su camarote a que llegara el subalterno de McThown, mirando los radares y los medidores de potencia de la nave. Todo parecía en orden.

-Capitán Zhukov, se presenta el doctor Heiki Virtanen. ¿Me llamó?
-Siéntese Heiki. ¿Como va su investigación? Es más, ¿cual es su investigación, para ser concretos?
-La investigación está en espera hasta que lleguemos a una singularidad que hallamos hace unos días con el telescopio de la torre de observación. Era algo que no habíamos visto nunca, y queríamos observarla más de cerca. Por lo que pudo observar el doctor McThown, podría tratarse de alguna anomalía causada por algún arma de los rebeldes.
-De acuerdo. ¿Y que piensa usted al respecto, doctor Virtanen?
-Es pronto para pronunciarme, capitán.

Dimitar frunció el entrecejo, y se levantó.
-Puede marcharse Heiki, manténgame informado en todo momento de sus avances.
-Si, señor.

Virtanen se marchó, no sin antes mirar de reojo los medidores de potencia de la nave. Alzó una ceja y se fue con paso rápido.

Dimitar fue al puente de mando, tenía que hablar con su segundo a bordo.
-Dickers, tengo que hablar con usted en privado. Quédese al mando mientras, Kaminsky-se dirigió al piloto jefe.
-A sus órdenes, capitán.

Dimitar llevó a Dickers a un lugar apartado, y le comunicó la conversación que había tenido con Virtanen.
-Matthew, ¿te comunicaron algo de una singularidad cerca de De Kelber?-le dijo Dimitar al contramaestre.
-¿Singularidad? No, señor. No me informaron de nada.-respondió extrañado Dickers.
-Bien, todo empieza a encajar. Antes de ir a la avanzada, pasaremos por De Kelber, a observar esa singularidad. Solo para asegurarme.
-De acuerdo, señor. Se lo comunicaré a nuestros pilotos. Espero que nos llegue el combustible.
-Tenemos de sobra. Puede retirarse.

Dickers se llevó la mano a la frente, con el característico saludo militar, y se marchó al puente de mando.

Dimitar se quedó solo, en el pasillo, pensando en la singularidad. "Como si hubieran pocas singularidades en el espacio, tenemos que ir a ver otra más..."-pensó, resignándose.

Fue al puente de mando, esperando a que le comunicaran a los pilotos el cambio de rumbo.

-Rumbo 1-15. Ahorrad combustible, no tenemos prisa.-dijo Dickers en voz alta.

Dimitar se puso a su lado, observando como corregían los timones. Lejos quedaban las naves impulsadas por queroseno, y ahora los viajes eran muchos mas cortos, pero las naves debían ser mucho más consistentes y fuertes. Un accidente podía ser como una explosión nuclear, y eso no podía suceder bajo ningún concepto.

Dimitar empezó a buscar en los radares signos de aquella singularidad, y hasta pasadas un par de horas, no la halló...y no fue lo único.


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