miércoles, 11 de enero de 2012

Lluvia de metal. Parte 1.

La mesa se movía, como si de un terremoto se tratase, cuando alguna nave encendía sus reactores. Toda la habitación temblaba, queriendo escapar de los cimientos, mientras Dimitar resoplaba, consciente del día que era:
-...las 3 y media, aún quedan 15 minutos para mi reunión con Van Aark.
La madre de Dimitar, Anastasia, dejó de examinar el medidor de radiación del aire y se volvió hacia Dimitar.
-¿Nervioso?
-No, no es la primera vez que voy a verle, siempre ha sido comprensivo.
Dimitar se levantó, se puso la cazadora de Teniente, y se despidió con un beso de su madre.
-Pasaré antes por el aeródromo Delta, a ver como están los preparativos.
-Ten cuidado hijo.

El aeródromo Delta era uno de los cuatro principales en el sector norte. Era el aeródromo militar, donde las enormes naves de titanio aguardaban para otra de las interminables batallas en el espacio. Parecía que la guerra contra Divkla V no acabaría nunca, y ya habían pasado 33 años...

El Teniente Dimitar Zhukov, de la escuela de ingeniería aeromilitar, era el último oficial salido de la academia para unirse a las filas del ejército, en el cual estaban depositadas grandes esperanzas. De familia humilde, padre trabajador de las minas de uranio, y madre ex-enfermera de campo, había terminado la carrera militar 2 años antes de lo previsto, consiguiendo el cargo a los 21 años.

Andaba por el túnel D-4, mirando los contadores de radiación, que apuntaban a más de 1500 sv.
-Hoy habrá lluvia ácida...-pensó.

Cuanto más ascendía por los túneles hacia el aeródromo, más infernal era el ruido de los reactores. Los grandes cargos de la sociedad terrestre, vivían en lo más profundo de la Tierra, carente de calor desde hacía años. Allí estaban protegidos de la inmensa radiación que azotaba al planeta, después de las guerras nucleares que desolaron la faz terrestre. Costó mas del 70% de la población, y la mitad de los supervivientes huyeron a un nuevo planeta, Divkla V, a unos 14 años luz de la Tierra. Ahora estaban en guerra por la adquisición de un supuesto planeta habitable, el planeta De Kelber, en honor al astrónomo descubridor.

Ahora toda la población de la Tierra vivía en enormes búnker, lejos de la radiación y de los abrasadores rayos solares, sin filtrar por la atmósfera, inexistente por aquel entonces. El agua era escasa, y la comida artificial. El uranio era usado para todo, tanto para generar energía a través de los inmensos reactores nucleares, como para calentar una simple lata de carne envasada.

Llegó al último piso antes del aeródromo, donde el almirante Van Aark le esperaba con los mapas estelares encima de una mesa...

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