miércoles, 18 de enero de 2012

Lluvia de metal. Parte 6.

Habían pasado 2 días desde que se marcharon de la Tierra. La situación era tranquila, Dimitar mantenía en permanente vigilancia a Virtanen, y seguían rumbo a la singularidad.

Dimitar estaba en su camarote, cuando tocaron a la puerta:

-Adelante.-dijo Dimitar.
-Capitán, Virtanen ha desaparecido.-dijo un soldado raso.
-¿Desaparecido? Nadie puede desaparecer en una nave. Es imposible. Avisa al Contramaestre Dickers. Buscad bien.
-Si, señor.

El soldado se dio media vuelta, y se marchó, rumbo al puente de mando.

-Desaparecido...lo que faltaba.-susurró Dimitar.- Como si no tuviésemos bastantes contratiempos.

Se dirigió al puente de mando, a dar instrucciones a la tripulación. Marchaba con paso firme, pero se detuvo en la zona donde tenían montado el enorme telescopio de Virtanen. Nada estaba fuera de su sitio, excepto Virtanen. Resopló, y siguió hacia el puente de mando.

El ambiente era caótico, Dickers dando órdenes como poseído, sin saber muy bien a quien debía mandar donde, ni que hacer.

-Dickers, descanse, yo tomo el mando.-dijo Dimitar poniéndose en la silla del capitán.-Que los artilleros vayan en búsqueda de Virtanen, aún no es necesario su trabajo.

Dickers lo comunicó por megafonía, y acto seguido, se colocó junto al capitán.

-Nadie desaparece de una nave, es imposible.-repitió Dimitar, esta vez en voz alta. Dickers asintió.- Cuando lo encontréis, que se presente en mi camarote.

Dimitar hizo el gesto de levantarse, pero la voz de uno de los radaristas le detuvo:

-Señor, venga a mirar esto.

Dimitar se acercó a la posición del radarista Roberts, y miró un objeto que le señalaba en el radar.

-¿Y bien?-dijo Dimitar.

-Es la Hiperión, y se dirige hacia nosotros...

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