miércoles, 4 de julio de 2012

Jaula de Cristal. Parte 2.

La teniente Hardin, haciendo ostentación de su desprecio hacia los demás, acomodó los pies encima de la mesa, quedando de cara a la interrogada.

-A ver. ¿Cuánta clorita atómica hace falta para destruir, digamos, tres toneladas de iridio? Reducido a polvo. -preguntó Arcadia, cerrando el puño con fuerza.

Alexia miró brevemente al techo, y contestó con contundencia.

-65 miligramos.

Sonrió al ver la cara de estupefacción de su interrogadora al ver que tenía razón. Suirahaza no había pasado por alto todas estas posibilidades, y las había preparado para ser artificieras, al menos teóricamente. Arcadia bajó los pies, apoyó las manos en la mesa, echándose hacia delante, y habló en voz baja, mirando fijamente.

-Eres una espía, no me puedes engañar. Lo sé todo de ti. Dime lo que quiero oír, y no usaré esto.

Cogió con una mano el taladro neuronal, y se lo mostró a Alexia. La joven intuyó de qué se trataba, pero no dejó que el pánico le hiciera cambiar su estoico rostro.

-Tuve que mover muchos hilos para conseguirlo, de última generación. Es como si te separaran el cerebro del cráneo, ¿sabes? Como una lobotomía, pero sin mancharte. Limpio, sutil, y doloroso... muy doloroso. -recalcó el "muy".- Pero, esto no dura eternamente, tiene poca capacidad energética, y no me gusta malgastarlo. Así que sé buena y responde. ¿Que hacíais en la estación? ¿Quién os mandó?

Se interrumpió tras abrirse la puerta a su espalda, tras lo cual se giró, haciendo frente al soldado que entraba.

-¡Tengo dicho que no se me moleste cuando interrogo! ¡¡Fuera de aquí!!

El joven soldado tragó saliva y balbuceó como pudo.

-Hay una videoconferencia de Debulon, se le requiere en el alto mando, señora.

Arcadia golpeó con una fuerza desmedida para su pequeño cuerpo la mesa, abollándola en el lugar del impacto. Se levantó, y dijo de espaldas a Alexia.

-Tú y yo no hemos acabado. Ya hablaremos.

Salió por la puerta, cerrando a su paso por ella, y ordenando a su más cercano subalterno que vigilase la puerta. Maldijo en voz alta al ser que se había entrometido en su interrogatorio y se dirigió al puente de mando.

La pantalla mostraba un rostro sombrío, con la nariz ganchuda y pelo canoso, ojos gélidos y pequeños, y un gesto impasible. No cambió el rostro al ver entrar a la teniente.

-Tenía órdenes, Hardin. Ni una palabra a las prisioneras hasta que llegaran aquí. Se le someterá a un tribunal de guerra cuando llegue. Hasta entonces queda relegada del mando. Le sustituirá Norilsk. Eso es todo.

La pantalla se quedó negra, en claro contraste con la ira creciente en el pálido rostro de Arcadia, que miraba de reojo al subteniente Norilsk. Miró su mano derecha, donde aún sostenía el taladro neuronal, y sonrió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario