miércoles, 1 de febrero de 2012

Lluvia de metal. Parte 9.

-Aquí Capitán Zhukov, que vengan dos enfermeros a llevar el cadáver. El doctor le hará la autopsia. - comunicó Dimitar por el micrófono. - Nosotros seguiremos investigando la nave.
 -Recibido, cambio y corto. - sonó la voz de Dickers por el auricular.

Dimitar hizo un gesto a sus tres acompañantes para que le siguieran. Se enfundó la visera, y marchó hacia el puente.

Como la Hiperión era una nave gemela a la Mnemósine, el camino era bien sabido por Dimitar. Un pequeño trecho, que pasaba por la sala de máquinas, donde estaban los medidores de energía generales.

-Strauss, vaya con Roberts a mirar la sala de máquinas, Collins y yo seguiremos hacia el puente.
-A sus órdenes- dijo Strauss, quedándose donde estaba.

Dimitar siguió hacia el puente de mando, seguido por el grandullón Collins, con paso firme. Viendo lo que había visto, no creía que nada le pudiera sorprender. Llegaron al puente de mando, donde todo era normal: luces apagadas, ningún cadáver, todo estaba en su sitio...

Se dirigió hacia la silla del capitán, esperando encontrar algún indicio de lo que pasó en la nave, cuando oyó que le hablaban por el auricular:

-Capitán, aquí Dickers, el cadáver está en la nave. Cambio y corto.
-De acuerdo, procedan a realizar la autopsia y manténganme informado.

Dimitar se giró para buscar a Collins, pero no le vió. Lo llamó en voz alta, pero no le contestó. Avisó por el micrófono. Nada, sin respuesta.

Se marchó hacia la sala de máquinas, a ver si estaba allí, junto a Strauss y Roberts. Mientras caminaba le latía tan fuerte el corazón que lo sentía en las sienes.

Aunque no era nada con lo que sintió al ver lo que le aguardaba en la sala de máquinas.



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