sábado, 26 de mayo de 2012

Deus Ex Machina. Parte 2.

-No te preocupes Alex, para nosotros sigues siendo la mejor. Verás como consigues una gran misión.-le consoló su padre, Dimitar.

Habían pasado 30 años desde que la Tierra fuera destruida por el fanático Van Aark, y no habían pasado en balde. Tras esa misión, sustituyó a Suirahaza como Ministro de Guerra, pues ésta ascendió a Jefa de Ministros,  sucediendo al fallecido Dalvonius. Dimitar ya no era Ministro; cuando V, su mujer y antigua Ministra de Vida, quedó embarazada, dejó el cargo en manos de un joven y muy capaz sucesor, Io.

V dejó el ministerio tras la boda con Dimitar, dedicándose a ayudar a la nueva ministra, Mortycia, antigua ayudante de V.

Alexia tenía ahora 21 años, se había adelantado 4 años a la graduación normal, que se conseguía a los 25, por sus grandes facultades en el espionaje, pero no parecían haber sido suficientes para conseguir el Puñal de Platino. Todos esperaban mucho de ella, ahijada de la actual Jefa de Ministros, una leyenda en los combates; hija de un exiliado y enemigo número uno de Van Aark, e hija de la ex-Ministra de la Vida, tenía mucha presión sobre sus jóvenes hombros, y no quería defraudar.

Pero parecía no ser suficiente.

-¿Otra misión? No hay mejor misión que ir a la Avanzada. Allí se curten los mejores. Y yo ya no seré la mejor.

Se sentaron a la mesa, Alexia en un lado, sus padres enfrentes, y la silla vacía que ocuparía Suirahaza cuando llegara.

-Tu padre y yo seguimos estando muy orgullosos de ti. Has acabado la instrucción 4 años antes de lo normal, eso es un gran hito. Nadie la ha acabado tan pronto. El Puñal es una cosa secundaria. Vayas donde vayas triunfarás, ya verás como es así.

Alexia asintió y suspiró, esperando a su madrina, que se retrasaba, para variar.

-Desde que es Jefa de Ministros siempre llega tarde.-sonrió Dimitar.

-Siempre ha llegado tarde.-contestó V. -La puntualidad no es su fuerte, desde luego.

En ese momento apareció por la puerta, haciendo una de sus entradas que no dejaban indiferentes a nadie. Llegó corriendo, saltando por encima de un sofá, y sentándose sin ni siquiera saludar.

-Ya estoy aquí. A comer.-dijo Suirahaza.

-Hola a ti también.-contestaron al unísono los tres.

-¿Tanto te costaba rodear el sofá, Sui?-preguntó V.

-No tendría gracia rodearlo.-contestó con la boca llena de comida.-Ah, por cierto. Tengo que hablar contigo Alex, a solas. Pero después de comer, vengo desmayada.

La comida fue como un bálsamo para Alexia, le ayudó a olvidar el fracaso.

Cuando terminaron, Suirahaza se levantó y le indicó a Alexia que le siguiera, llevándola a una habitación apartada.

-Enhorabuena-empezó Suirahaza- vas a ir a la Avanzada en misión especial. Necesitamos que te infiltres como artificiera.

-Pero si no he ganado el Puñal, y a la Avanzada solo van los que lo ganan.-respondió estupefacta Alexia.

-En realidad tú nunca aspiraste a ese Puñal, no has recibido la misma instrucción que los demás. Harás una misión muy concreta, que te será informada cuando estés allí. Haz las maletas, sales mañana.

Y se fue, dejándola en la habitación, confusa y emocionada, sin saber que hacer ni que decir.

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